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La Innovación es también Responsabilidad Social

  • Pedro Lafuente de 2º de ADE + Marketing
  • 4 mar 2016
  • 2 Min. de lectura

Lo primero que deberíamos hacer es definir qué es innovación. Una definición sencilla podría ser crear valor mediante algo nuevo. Por medio de la innovación se pueden solucionar muchos de nuestros problemas. Es cierto que no es una fórmula matemática, hay muchas variables que uno no puede controlar. Pero en ningún caso hay que desanimarse porque la actitud innovadora siempre trae repercusiones positivas. Cuando a Thomas Edison (inventor de la bombilla) le preguntaban si había descubierto algo, él decía, “no he fracasado, he descubierto 999 formas de cómo no hacer una bombilla”. Seguro que esto lo tienen todos claro. Por medio de la innovación se crea riqueza.


Definamos ahora la Responsabilidad Social Corporativa. Se trata de la contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental por parte de las empresas. Esta noble definición muchas empresas la llevan a la práctica con medidas de protección del medioambiente y ayudas a las personas más necesitadas. Algo que ya hacen las Organizaciones No Gubernamentales. Hay otras empresas, como Ferrovial, que consideran la Responsabilidad Social Corporativa como un pilar estratégico que, no solo protege el mundo y ayuda a los necesitados, sino que favorecen la innovación y la creatividad de los miembros de la empresa. El gran reto de la operación de los proyectos sociales consiste en maximizar su efecto con unos recursos muy limitados. Esto favorece, necesariamente, la creatividad y la innovación en la gestión de los proyectos. En gran medida es ese espíritu innovador y creativo el que hace posible que los proyectos salgan adelante.


Un buen ejemplo de proyecto social que crea valor en la empresa sería el voluntariado interno de Ferrovial. Los ingenieros de la empresa pueden contribuir con su trabajo habitual en proyectos sociales que se desarrollan en diferentes países. Al ejercer su mismo puesto de Ingenieros pero con unos medios diferentes y, sobre todo, limitados se ven obligados a poner en juego todas sus capacidades, no solo las técnicas, sino también las creativas e innovadoras. Estos ingenieros al volver a sus puestos regulares han aprendido como poner en práctica lo aprendido en proyectos sociales de la empresa. Frente a este modelo de voluntariado “interno” hay otras empresas que, por ejemplo, prestan a sus investigadores para conseguir una vacuna contra la malaria a los mejores precios posibles. Esto hace que, además de un bien social, este tipo de empresa consigue motivar a sus empleados y reforzar su imagen y presencia en los distintos mercados del tercer mundo. Sin embargo el valor de la innovación puesto en juego en sus proyectos externos no siempre revierte en el negocio habitual de la empresa. Sus empleados se realizan fuera como personas pero pierden una oportunidad de realizarse también como profesionales en su propio puesto de trabajo.


Podemos concluir por tanto que la innovación, además de ser una obligación o una necesidad para las empresas también les puede permitir crecer a largo plazo de forma sostenible. La responsabilidad social y la innovación no deben de ser una moda pasajera sino que debe ir siempre unidas convirtiéndose, como en el caso de Ferrovial, en parte de la cultura de la empresa.


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